Lo que para el común de los mortales sería primera hora de la mañana, en Mercamálaga es tardísimo, casi el momento del almuerzo. La hora punta se da a eso de las cuatro, cuando sólo había –antes de la pandemia, claro– actividad en discotecas y casinos.
Así lleva siendo cuarenta años en Mercamálaga, desde que el mercado mayorista abriera sus puertas allá por 1981. En la entrada para vehículos siguen pasando camiones, turismos, furgonetas o suvs de marcas alemanas. Algunos de ellos entran comiéndose un bocadillo, es su hora del almuerzo.

Seguramente, igual que lo hacían hace cuarenta años, con la única diferencia de que ahora Mercamálaga ha ocupado toda la parcela y los coches llevan GPS, aire acondicionado y pantalla táctil. Pero, en definitiva, la esencia no ha cambiado: proveer a los minoristas de frutas, verduras y hortalizas –más tarde se unieron pescados y mariscos– para que acaben en nuestras mesas.


Desde que abrió en 1981, llevan trabajando en Mercamálaga Fernando Tineo y Francisco Luque, hoy en día subdirector financiero y jefe de relaciones comerciales, respectivamente. La imagen que mejor lo ilustra es la de Fernando, cuyo primer trabajo en el mercado fue hacerse con “tres o cuatro cajas de llaves y encontrar cuál era de cada puerta”. Algo así como ir buscando agujas en pajares cada vez algo más reducidos.


Ambos entraron con 21 años, recién egresados. Francisco llegó de una manera un tanto remota: en la cola del INEM se encontró con un antiguo compañero de clase que le enseñó una oferta de trabajo en Mercamálaga, lo que le trajo un recuerdo de su padre, que había trabajado en el antiguo mercado de calle Alemania. Así, las dos generaciones se unieron fruto de la más pura casualidad.


En su origen, Mercamálaga era una nave que era un situal de productores, con unos 50 módulos, “para que el agricultor viniera y expusiera sus mercancías a diario”, narra Luque. Además había dos grandes naves exclusivamente para frutas y verduras.


En las negociaciones del Ayuntamiento con los mayoristas que había en el antiguo mercado, que hoy ocupa el CAC, hubo reticencias por parte de los comerciantes, que veían unas tasas más altas que las que tenían. Desde el Consistorio se entendía que el antiguo mercado no era viable porque el espacio reducido no permitía unas condiciones higiénico-sanitarias adecuadas.


Mercamálaga nace del convenio entre Mercasa (dependiente del Ministerio de Economía y Comercio) y el Ayuntamiento, en un plan para desarrollar el mercado agroalimentario en España y “darle un nivel que en aquel entonces no tenía”, asegura Luque. A estos dos socios se les une la Cámara de Comercio de Málaga y una cuota muy pequeña de la participación va a manos de algunos mayoristas, “de los que algunos de sus hijos siguen estando hoy aquí”.


Pepe del Cid posa con una caja de aguacates junto a su puesto en Mercamálaga.Pepe del Cid posa con una caja de aguacates junto a su puesto en Mercamálaga.Pepe del Cid posa con una caja de aguacates junto a su puesto en Mercamálaga. / ÁLVARO CABRERA (Málaga)
Pepe del Cid fue uno de esos mayoristas que se mudaron desde el centro de Málaga hasta el actual emplazamiento. En ese momento la concesión era de su padre; se la legó al jubilarse. Es el mayorista que más tiempo lleva en el mercado. Es más, está jubilado activamente, “porque tengo un empleado fijo, me encuentro bien y no quiero dejarlo en la calle”.


Del Cid recuerda que el cambio como más que positivo. “Allí estábamos en unas condiciones muy malas, el mercado se había quedado obsoleto y el centro no era cómodo para nosotros”, afirma. Asegura que el cambio fue brusco. Entre los comerciantes había algo de incertidumbre. “No sabíamos dónde íbamos a venir ni en qué condiciones”, sostiene. Aún así, comenta que se adaptaron bien por lo que supuso el plus de espacio.


En cuarenta años Pepe del Cid asegura que ha visto muchas cosas en el mercado, incluso un fallecido, “un cliente estaba viendo el género y delante de una caja de verduras le dio un infarto y se murió. Cerramos el puesto hasta que vinieran los sanitarios, pero una señora no nos creyó al decirle que había un muerto y entró. Del impacto se desmayó y tuve que pedir otra ambulancia”. Además sucedió uno de los quince años que Del Cid fue presidente de la Asociación de Comerciantes de Mercamálaga, por lo que recuerda bien todo lo sucedido.


El modelo que sigue Mercamálaga y otros en España es único en el mundo, si bien hay muchos mercados mayoristas stocks, este es una Unidad Alimentaria. Este modelo combina el mercado mayorista al uso con empresas de apoyo. Así, en Mercamálaga se pueden encontrar gasolineras, cafeterías, espacios de alquiler de vehículos industriales o una fábrica de hielo. De esta manera, un mercado que suele ser deficitario por sí mismo consigue ser autosuficiente económicamente y no depende económicamente del Ayuntamiento ni de Mercasa.
“Este mercado se ha hecho fuerte gracias a los mayoristas, porque desde la administración sólo podemos ayudar a que las medidas sanitarias se cumplan y a gestionar sus peticiones para que trabajen mejor”, cuenta Fernando Tineo.


Uno de los hitos diferenciales en la historia del mercado fue la puesta en servicio del Mercado de Pescados en 1992 gracias a un acuerdo con la Cofradía de Pescadores, generando nuevas sinergias en torno a su actividad, que se materializaron en el plazo de cuatro a cinco años en la construcción de naves industriales para la fabricación de hielo, alquiler de frío industrial, cafeterías, así como otras actividades muy destacadas, incluidas empresas referentes del sector cárnico, sala de sacrificio de ganado avícola y despiece, etc.


En cuarenta años el cambio se ha visto reflejado en datos. Si cuando abrió en 1981 trabajaban en el conjunto 250 empleados, hoy en día son más de 1.300. Crecimiento que se ve mucho más de cerca si comparamos los datos a diez años vista, en 2010 eran 1.001 los trabajadores asiduos de la Unidad Alimentaria.


En la serie histórica se puede observar cómo Mercamálaga ha mantenido un crecimiento continuado en lo económico, exceptuando los períodos previos a las crisis de 1993 y de 2007. Una vez más, de cerca se puede observar cómo el volumen de negocio de los últimos cinco años ha pasado de 671 millones de euros en 2014 a 682 en 2019.
Referido al Mercado de Frutas y Hortalizas, en su primer año de actividad se comercializaron 122.000 toneladas de productos. 


Al cierre del pasado año 2020, se alcanzaron 246.000 toneladas, lo que supone un crecimiento en términos relativos superior al 100%, lo que lo sitúa como la referencia en Andalucía oriental.Así lleva siendo cuarenta años en Mercamálaga, desde que el mercado mayorista abriera sus puertas allá por 1981. En la entrada para vehículos siguen pasando camiones, turismos, furgonetas o suvs de marcas alemanas. Algunos de ellos entran comiéndose un bocadillo, es su hora del almuerzo.

Seguramente, igual que lo hacían hace cuarenta años, con la única diferencia de que ahora Mercamálaga ha ocupado toda la parcela y los coches llevan GPS, aire acondicionado y pantalla táctil. Pero, en definitiva, la esencia no ha cambiado: proveer a los minoristas de frutas, verduras y hortalizas –más tarde se unieron pescados y mariscos– para que acaben en nuestras mesas.


Desde que abrió en 1981, llevan trabajando en Mercamálaga Fernando Tineo y Francisco Luque, hoy en día subdirector financiero y jefe de relaciones comerciales, respectivamente. La imagen que mejor lo ilustra es la de Fernando, cuyo primer trabajo en el mercado fue hacerse con “tres o cuatro cajas de llaves y encontrar cuál era de cada puerta”. Algo así como ir buscando agujas en pajares cada vez algo más reducidos.


Ambos entraron con 21 años, recién egresados. Francisco llegó de una manera un tanto remota: en la cola del INEM se encontró con un antiguo compañero de clase que le enseñó una oferta de trabajo en Mercamálaga, lo que le trajo un recuerdo de su padre, que había trabajado en el antiguo mercado de calle Alemania. Así, las dos generaciones se unieron fruto de la más pura casualidad.
En su origen, Mercamálaga era una nave que era un situal de productores, con unos 50 módulos, “para que el agricultor viniera y expusiera sus mercancías a diario”, narra Luque. Además había dos grandes naves exclusivamente para frutas y verduras.


En las negociaciones del Ayuntamiento con los mayoristas que había en el antiguo mercado, que hoy ocupa el CAC, hubo reticencias por parte de los comerciantes, que veían unas tasas más altas que las que tenían. Desde el Consistorio se entendía que el antiguo mercado no era viable porque el espacio reducido no permitía unas condiciones higiénico-sanitarias adecuadas.


Mercamálaga nace del convenio entre Mercasa (dependiente del Ministerio de Economía y Comercio) y el Ayuntamiento, en un plan para desarrollar el mercado agroalimentario en España y “darle un nivel que en aquel entonces no tenía”, asegura Luque. A estos dos socios se les une la Cámara de Comercio de Málaga y una cuota muy pequeña de la participación va a manos de algunos mayoristas, “de los que algunos de sus hijos siguen estando hoy aquí”.


Pepe del Cid posa con una caja de aguacates junto a su puesto en Mercamálaga.Pepe del Cid posa con una caja de aguacates junto a su puesto en Mercamálaga.Pepe del Cid posa con una caja de aguacates junto a su puesto en Mercamálaga. / ÁLVARO CABRERA (Málaga)
Pepe del Cid fue uno de esos mayoristas que se mudaron desde el centro de Málaga hasta el actual emplazamiento. En ese momento la concesión era de su padre; se la legó al jubilarse. Es el mayorista que más tiempo lleva en el mercado. Es más, está jubilado activamente, “porque tengo un empleado fijo, me encuentro bien y no quiero dejarlo en la calle”.


Del Cid recuerda que el cambio como más que positivo. “Allí estábamos en unas condiciones muy malas, el mercado se había quedado obsoleto y el centro no era cómodo para nosotros”, afirma. Asegura que el cambio fue brusco. Entre los comerciantes había algo de incertidumbre. “No sabíamos dónde íbamos a venir ni en qué condiciones”, sostiene. Aún así, comenta que se adaptaron bien por lo que supuso el plus de espacio.


En cuarenta años Pepe del Cid asegura que ha visto muchas cosas en el mercado, incluso un fallecido, “un cliente estaba viendo el género y delante de una caja de verduras le dio un infarto y se murió. Cerramos el puesto hasta que vinieran los sanitarios, pero una señora no nos creyó al decirle que había un muerto y entró. Del impacto se desmayó y tuve que pedir otra ambulancia”. Además sucedió uno de los quince años que Del Cid fue presidente de la Asociación de Comerciantes de Mercamálaga, por lo que recuerda bien todo lo sucedido.


El modelo que sigue Mercamálaga y otros en España es único en el mundo, si bien hay muchos mercados mayoristas, este es una Unidad Alimentaria. Este modelo combina el mercado mayorista al uso con empresas de apoyo. Así, en Mercamálaga se pueden encontrar gasolineras, cafeterías, espacios de alquiler de vehículos industriales o una fábrica de hielo. De esta manera, un mercado que suele ser deficitario por sí mismo consigue ser autosuficiente económicamente y no depende económicamente del Ayuntamiento ni de Mercasa.
“Este mercado se ha hecho fuerte gracias a los mayoristas, porque desde la administración sólo podemos ayudar a que las medidas sanitarias se cumplan y a gestionar sus peticiones para que trabajen mejor”, cuenta Fernando Tineo.

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